jueves, enero 22, 2009

El Hitler de Israel se incorpora a la Knesset

Copiado de http://www.rebelion.org/noticia.php?id=77683

Khalid Amayreh
The Palestinian Information Center


Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Su nombre es Moshe Feiglin, pero bien podría llamarse el Adolph Hitler de Israel. El lunes 8 de diciembre, el día en el que el Likud celebró sus primarias, Feiglin obtuvo un puesto respetable en la lista que el Likud presentará para la Knesset en las próximas elecciones israelíes, previstas para el 10 de febrero. Eso significa, casi con toda seguridad, que Feiglin se convertirá en miembro del parlamento israelí porque todas las encuestas de opinión indican que el mencionado patriotero partido ganará las elecciones y será quién forme el próximo gobierno en Israel.

Llamar Hitler a Feiglin no es en absoluto exagerado. El tipo representa y defiende todas las ideas e ideales fascistas que hicieron de Hitler el malhechor del nazismo. De hecho, cualesquiera que puedan ser las diferencias entre gente como Feiglin y la odiada jerarquía nazi, tienen más que ver con la forma que con la sustancia, por ejemplo, Hitler y todos los de su pelaje creían en la superioridad de la raza aria, mientras Feiglin y las decenas de miles de sus seguidores creen en la superioridad del Pueblo Elegido sobre los goyem [no judíos]… Y aunque Hitler llamaba al expansionismo territorial germano “lebensraum”, Feiglin utiliza un término menos sofisticado en referencia al agrandamiento territorial de Israel: Eretz Israel ha’Shlema (la Gran Tierra de Israel), que incluye, además de Palestina, a Jordania, Líbano y gran parte de Siria, Iraq y Egipto.

En 1995, en una entrevista con el periódico Ha’aretz, Feiglin describió al dirigente nazi, Hitler como un “genio militar” y un gran constructor de naciones:

“Hitler era un genio militar sin parangón. El nazismo transformó a Alemania desde un estatus de inferioridad a otro fantástico a nivel ideológico y físico. El harapiento e insignificante joven cuerpo se convirtió en una limpia y ordenada parte de la sociedad y Alemania recibió un régimen ejemplar, un sistema judicial y de orden público adecuados. Hitler disfrutaba con la buena música. Pintaba. No eran una panda de matones. Simplemente se servían de matones y homosexuales”.

En la misma entrevista, Feiglin trató de dar un buen aspecto al racismo. “No puede haber duda de que, en cierto sentido, el judaísmo es racista. Y cuando se afirmaba en las Naciones Unidas que el sionismo era racista, no encontré muchas razones para protestar. La gente que adopta el racismo lo hace para distinguir entre las razas, y esa es una distinción-deber muy primitiva, el sostener que el sionismo es racista”.

En 2001, Feiglin instó a George W. Bush a combatir e intentar destruir la religión del Islam, sosteniendo que sin liquidar el Islam, EEUU no podría ganar la guerra contra el terror.

“EEUU nunca admitirá que está inmerso en una guerra de culturas, en realidad en una guerra religiosa… EEUU nunca lo aceptará y, por consiguiente, no podrá combatirlo. Igual que los israelíes. Falla al identificar al enemigo. Buscan a los terroristas como hace Sharon, persiguiéndoles individualmente. Están buscando a las avispas en lugar de destruir los nidos. Tienen miedo de una confrontación real entre sus valores y los del Islam”.

Pero Feiglin no llegó a completar sus consejos a Bush sobre cómo exterminar a 1.500 millones de seres humanos.

Acerca de la cuestión palestina, Feiglin tiene ideas muy interesantes. Proclama que “no existe la nación palestina. Hay sólo un pueblo que habla árabe que se ha identificado de repente a sí mismo como pueblo, una negación de los parásitos del movimiento sionista. El hecho de que no lo hayan hecho antes sólo sirve para probar lo inferiores que son. Los africanos tampoco tienen naciones. Sólo zulúes, tutsis…”.

En cuanto a cómo abordaría el problema palestino en caso de que se convirtiera en Primer Ministro de Israel, Feiglin revela sus viles planes sin pestañear.

Según su página en Internet Manhigut ha’Yeahudit (liderazgo judío), abordaría la cuestión palestina ordenando “la total interrupción de los servicios de agua, electricidad y comunicaciones” a los cuatro millones de palestinos en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este (también las comunicaciones, para que el proceso de exterminio pueda desarrollarse tan sigilosamente como sea posible, para que las víctimas no pudieran comunicar el espanto de la carnicería masiva al mundo exterior). Y cualquier ataque sobre un objetivo israelí supondría “la conquista de la zona cuyos residentes instigaron la violencia, su deportación y la destrucción de toda la infraestructura del área”.

Sobre cómo piensa él que habría que tratar a los palestinos que protestaran, Feiglin dice: “Ordenaría que se redujera el presupuesto de defensa en un 30% retirando toda la munición anti-protesta que no fuera letal, como las balas de caucho y el gas lacrimógeno.

“La munición no letal, que tiene por objeto evitar víctimas al enemigo, va contra la esencia misma del ejército, y deberá destruirse en ceremonias obligatorias que se llevarán a cabo en todas las bases militares”.

“Sin embargo, finalmente”, dice Feiglin, “todos los palestinos, incluso los más dóciles, tendrán que emigrar a sus ‘otros países’, e Israel ayudará, hasta donde se pueda, a cualquier árabe que desee hacer eso”.

En una entrevista de prensa publicada el miércoles 10 de diciembre, sugirió que el gobierno de Israel pagara la suma de 250.000 dólares a cada familia palestina que quisiera emigrar.

La locura genocida de Feiglin va mucho más allá de la contemplada destrucción de la comunidad palestina mediante una combinación de asesinatos masivos y emigración forzosa.

Su primera acción tras convertirse en Primer Ministro, como se citaba en el periódico Ha’aretz, sería convocar a su gobierno para que fuera a orar y dar gracias en la explanada de la Mezquita de Al Aqsa en Jerusalén.

En los siguientes cien días, anunciaría la retirada de Israel de Naciones Unidas, el cierre de sus embajadas en Alemania y otros países anti-semitas y cambiaría el año escolar ajustándolo a las líneas del calendario hebreo.

Este, dijo, sería el primer paso para tener “el latido del estado judío según el reloj judío en lugar del cristiano”.

No es una oveja negra

A pesar de su manifiesta ideología de estilo nazi, Feiglin no es en absoluto una “oveja negra” dentro del Likud, un partido cada vez más fascista a la luz de los estridentes puntos de vista de ese cariz que la mayoría de sus dirigentes y miembros mantienen.

De hecho, uno puede sostener, exagerando muy poco, que el Likud en su totalidad es ya un partido fascista por excelencia, con la “línea de pensamiento Feiglin” configurando la norma más que la excepción.

Tomemos, por ejemplo, al líder del partido Benyamin Netanyahu. Este hombre defiende la intensificación de la colonización judía en Cisjordania, la aceleración de la judaización en Jerusalén Este y la limpieza étnica de palestinos tanto en Israel como en los territorios ocupados.

Hace varios años, Netanyahu, que a menudo es representado en gran parte de los medios occidentales como representante del “centro derecha”, dijo a los estudiantes universitarios israelíes que Israel aprovecharía la oportunidad, si ésta se presentaba, para expulsar a tantos árabes como fuera posible de la “tierra de Israel”.

¿Y qué hay de Moshe Ya’alon, que también ha obtenido un puesto avanzado en la lista del Likud? Este es el hombre que, mientras servía como jefe del estado mayor del ejército israelí, ordenó a sus tropas que asesinaran sin misericordia a civiles palestinos inocentes, incluidos colegiales, y bombardearan edificios de apartamentos y casas repletas de civiles, causando la aniquilación de muchas familias enteras.

En resumen, estamos hablando de un partido cuyos dirigentes y miembros electos mantienen un discurso decididamente fascista. Es un partido que puede compararse con el partido nazi. Es decir, Israel bajo el liderazgo de gentes como Netanyahu, Feiglin y Ya’alon se parecerá mucho a la Alemania de 1937.

Ahora bien, ¿cómo responderá el “civilizado” y “democrático” Occidente, especialmente los nuevos dirigentes estadounidenses, ante la amenazante deriva hacia el nazismo judío en Israel?

¿Boicoteará Occidente al Likud, y por tanto a Israel? ¿Impondrá condiciones el Cuarteto (Naciones Unidas, EEUU, la UE y Rusia) a Israel como hicieron con el gobierno democráticamente elegido de Hamas?

Lo dudo mucho. Los gobiernos occidentales son demasiado inconsistentes moralmente y demasiado promiscuos políticamente como para desafiar el fascismo israelí.

Enlace con texto original: http://www.palestine-info.co.uk/en/default.aspx?xyz=U6Qq7k%2bcOd87MDI46m9rUxJEpMO%2bi1s7r08qaFxP0H8nKkcVfEpP5ISOdwsRwnDfpWf%2fxuuCxo0tcFaj%2feDjhhc2FA0bLckx2D7jy13fSRKUhH8jL4l1XIg1vDSAmYJUzMZ3lssmn2Y

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