lunes, abril 07, 2008

"Gryzzly Man, el hombre que amaba a los osos"

(doble click en el título destacado)


Grizzly Man de Werner Herzog cuenta la vida de Timothy Treadwell, un ecologista y documentalista que durante 13 veranos convivió y filmó a los osos pardos de Alaska, conocidos en inglés como Osos Grizzly y cuyo nombre biológico es Ursus arctos horribilis: horribles osos del norte.

Treadwell convivió y los filmó a los Grizzly durante más de una década.

Hasta que uno de ellos lo devoró.

A él y a su novia Amy.

Contada de este modo parecería una historia heroica. Pero no es así. (Sigan leyendo si ya han visto el documental, pues a continuación es posible que haya detalles importantes sobre la trama).

El documental, elq ue sin lugar a dudas es el mejor del año pasado, retrata a Treadwell como un hombre profundamente perturbado, completamente desconectado de la realidad, que prefiere vivir con los osos para no enfrentar sus demonios internos, sus complejos y contradicciones. Como el demonio de una posible homosexualidad no admitida, como él mismo sugiere en el filme.

Yo siempre hubiera querido ser gay. Hubiera sido mucho más fácil. Los gays no tienen problemas. Les basta ir a baños y paradas de camiones para tener sexo. Es mucho más fácil para ellos.

No obstante, si lo era o no, poco importa. A Herzog lo que le interesa el retrato de un ser atormentado que huye de una sociedad en la que no encaja, y que trata de sublimar sus problemas con el subterfugio de una lucha por sus ideales, en este caso, la protección de los osos pardos. La intención de Herzog es contar la vida de un hombre que pretendía conocer el lenguaje de las fieras salvajes, que creía tener el don de hacer llover a través de la oración y que dormía en su tienda, a la intemperie, abrazado a su oso de peluche. ¿Cómo en trece años nadie le detuve y le metió de cabeza en el consultorio de un psiquiatra?

Grizzly Man tampoco es un documental convencional. Al fin y al cabo, es un documental de Herzog, quien no tiene ningún problema en intervenir en la trama e, incluso, compararse con Treadwell. Salvo que Herzog difiere en la visión que Treadwell tiene de la naturaleza. Herzog no encuentra razgos de inteligencia o humanidad en los osos pardos, famosos por su ferocidad como depredadores. Herzog sabe que son maquinas de muerte, guiadas por el instinto y a los que sólo les interesan sólo dos cosas: comer y reproducirse.

Treadwell, por su lado, con su vocecita insoportable de niñato y su desquiciante sonsonete de cuánto ama a los animales (“Te amo, abejita. Te amo, Zorrito. Te amo, señor oso, los amo, los amo”), insiste en la idea antropomórfica de la naturaleza, que no es otra cosa que atribuirle a los animales caraterísticas propias de humanos. Buen ejemplo de esta tendencia es La marche de l’Empereur, filme ganador del Oscar al mejor documental en el 2006. Pero esta visión de la naturaleza le costó la vida a Treadwell y su novia, de la forma más horrenda posible.

Otra cosa que me llamó poderosamente la atención es la forma en la que están editadas las entrevistas. Herzog inicia los planos de las entrevistas mucho antes de que el entrevistado comience a hablar y corta rato después de que ha concluido. Imagino la desesperación que esto debió causarle a su editor, pues son esos tiempos muertos lo que primero eliminaría un buen editor.

No obstante, estamos hablando del editor de Herzog. En esos breves tiempos muertos vemos cómo el entrevistado entra en el personaje de “Alguien que es Entrevistado”, y comienza a comportarse como supone debería hacerlo todo el mundo que es entrevistado. De la misma manera, al final, vemos cómo vuelve a ser una persona común y corriente. Es decir, sale del personaje de “Persona que es Entrevistada”.

Quizás esta forma de montar es lo que hace que casi todos los personajes de Grizzly Man parezcan tan perturbados como Treadwell mismo. Desde el forense encargado de la autopsia, hasta su exnovia y sus amigos. De hecho, él mismo Herzog transmite cierto desequilibrio en su narración. Puede que se trate de una impresión subjetiva de quien esto escribe. Quizás yo esté tan perturbado como los personajes del filme. O acaso todos lo estemos.

Releo lo anterior y me doy cuenta de que paso por alto un detalle importante. Aunque en principio pudiera parecer una denuncia contra Treadwell, Grizzly Man es todo lo contrario. Herzog se acerca a su personaje con humanidad y, aun, con piedad. Grizzly Man es, ni más ni menos, el mejor homenaje que alguien como Treadwell se merece.

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